La tensión se apoderó del diamante en Boston. Lo que debía ser una noche especial por el regreso de Walker Buehler al montículo tras una lesión en el hombro derecho, terminó en drama, gritos y expulsiones. El abridor de los Red Sox y el manager Alex Cora fueron echados del juego en la tercera entrada tras una furiosa discusión con el umpire de home Mike Estabrook, por una clara decisión errónea.
El incidente ocurrió cuando Estabrook cantó bola un lanzamiento que claramente fue strike contra Juan Soto. La reacción de Buehler fue inmediata: visiblemente furioso, se le pudo leer un “F* you” dirigido al umpire**, quien sin dudarlo lo expulsó al instante. En segundos, Alex Cora saltó del dugout a exigir explicaciones, pero tras un acalorado intercambio, también fue expulsado, marcando la 18ª expulsión de su carrera como manager.
Un regreso amargo para Buehler
Este juego marcaba el regreso de Buehler a la rotación de Boston, pero su presentación apenas duró tres entradas. La frustración era entendible: el pitcheo debía ser strike y hasta los narradores lo señalaron en tiempo real. Para Buehler, es su segunda expulsión en Grandes Ligas, ambas curiosamente contra los Mets.
Así quedó el relevo
Con el abridor fuera, Brennan Bernardino entró al relevo para tratar de calmar las aguas. Sin embargo, tras lanzar dos bolas más, terminó caminando a Soto, completando un turno de alto voltaje que cambió por completo la atmósfera del encuentro.
Cómo llegaban los equipos
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Red Sox (24-25): Llegaban con dos victorias en sus últimos tres juegos, incluyendo un triunfo 3-1 sobre los Mets la noche anterior.
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Mets (29-19): Con cuatro derrotas en sus últimos cinco juegos, buscaban frenar la mala racha.
Cora no había estado presente en el triunfo del lunes, pues asistió a la graduación universitaria de su hija, pero su retorno fue tan breve como encendido.
Boston arde, Fenway explota y la rivalidad contra los Mets suma un nuevo capítulo de alta tensión.
Walker Buehler volvió al montículo, pero la pasión lo superó… y se fue antes de tiempo.
La polémica está servida, y el béisbol, una vez más, nos recuerda que cada pitch puede cambiar la historia.