El excampeón de peso pesado de UFC, Caín Velásquez, fue sentenciado este lunes a cinco años de prisión tras ser hallado culpable de intento de homicidio. El caso ha sacudido tanto al mundo del deporte como a la opinión pública, no solo por la figura involucrada, sino por el trasfondo de la historia: un padre que actuó por cuenta propia luego de que su hijo fuera víctima de abuso sexual.
Una decisión impulsada por el dolor
El 28 de febrero de 2022, Velásquez protagonizó una persecución en California, persiguiendo al vehículo en el que viajaba Harry Goularte, acusado de haber abusado sexualmente de su hijo de cuatro años. Durante la acción, el expeleador disparó contra el automóvil, hiriendo accidentalmente al padrastro del presunto agresor. Fue detenido poco después.
Desde entonces, el caso dividió a la sociedad entre quienes lo consideran un justiciero y quienes lo ven como un criminal. El sistema judicial, por su parte, lo encontró culpable de intento de homicidio, sin hacer concesiones pese a los motivos que lo llevaron a actuar.
Velásquez pasó 1,283 días en prisión preventiva, por lo que ahora le restan dos años para cumplir la sentencia. Ha decidido no apelar el fallo.
De campeón a reo
Caín Velásquez no era un nombre cualquiera. Nacido en EE.UU., hijo de inmigrantes mexicanos, se forjó con disciplina y sacrificio hasta alcanzar la cima del deporte. Su consagración llegó en 2010, cuando venció a Brock Lesnar y se coronó campeón de peso pesado en UFC. Su estilo, basado en presión constante, resistencia inquebrantable y dominio técnico, lo convirtió en uno de los peleadores más temidos de su generación.
Sus combates contra Junior dos Santos quedaron para la historia como verdaderas guerras dentro del octágono. Para muchos, representó el orgullo latino en un deporte dominado por otras potencias.
Ahora, su historia toma otro rumbo: el del hombre que lo perdió todo por defender a su hijo.